El parque de las putas sin bancas

“Muerta la perra, se acaba la rabia”, esta frase, que se la escuché alguna vez al bloguero, quizás fue la que utilizó el alcalde de uno de los tantos municipios de este país, para acabar con el problema suscitado en su territorio como fue la proliferación desmedida de putas. Claro está, que en un comienzo el alcalde, muy desprejuiciado, pensaba que no sería problema y que lo máximo que podría pasar era que su municipio se convirtiera en el primer municipio del país en ser importador y exportador de putas.

Así fue, de un momento a otro el municipio se llenó de putas, nadie ha podido entender mucho menos explicar porque aparecieron y de donde vinieron. Quizás a nadie le importaba y al comienzo del florecimiento descomunal de las putas hubo un silencio cómplice de todos, hasta el cura del pueblo tampoco pudo dar una explicación del hecho, vaya uno a saber porque. Alguien me dijo, preguntando por el hecho, que hasta el mismo cura en plena misa les decía a las feligreses que les prohibieran a los esposos ir a los puteaderos que pululaban por todos lados, pues se corría el riego de que terminaran pegándole las enfermedades a ellos y luego a ellas y ahí sí que es verdad que se jodían todos.

Cuentan los habitantes del pueblo, que la cosa venía bien y que la prostitución era una industria boyante y ordenada, con condiciones bien llevadas y territorios muy bien repartidos. Pero que de pronto se descuadernó el tema y se presentó una afluencia de putas en el pueblo que hizo que se pasara de tener dos casa de citas o lenocinio como se les conoce a tener siete casas. Fue tanta la oferta y la demanda que se produjo que siete fueron insuficientes para poder albergar a quienes ejercen por el motivo que sea el oficio más viejo del mundo. Reunido el gremio que mantenía fructífero el negocio de putas decidieron expandir el negocio pasando de la formalidad del negocio a la informalidad y decidieron enviar las putas que no cabían en los sitios de lenocinio a las bancas del parque principal del pueblo.

A partir de ese momento, el parque del pueblo, un sitio tranquilo y acogedor con bancas muy bien ubicadas, pasó de ser el sitio de encuentro familiar; al sitio de encuentro de putas con sus clientes para realizar las transacciones que este tipo de negocios demanda. Como la cosa más natural del mundo y a la vista de todo el mundo, las putas se sentaban tranquilas en las bancas a esperar la llegada de los afanosos clientes que venían buscando un amor de prisa para desahogarse después de una jornada ardua de trabajo. El parque principal del pueblo se le comenzó a llamar el despacho de las putas.

Esta situación tan insólita no hizo sino poner en evidencia lo que ya se sabía de sobra en el pueblo. Este panorama, convertido en un problema de tamañas proporciones, hizo que las señoras, desde la más humilde hasta la más encopetada, con un puritanismo insaciable decidieran unirse y comenzar una protesta pública sin precedentes en contra de esta situación que atentaba contra la tranquilidad, la buena honra y el buen nombre del pueblo. Hasta la salud del Cura estaba en peligro. La cosa paso a mayores pues ya no solamente eran protestan sino que comenzaron a hacerse amenazas de muerte en contra de los dueños de las casas de cita.

La protesta, la queja sentida y las amenazas llegaron a oídos del alcalde, que hasta el momento se había hecho el de la vista gorda, vaya uno también a saber porque. Se impresionó tanto el alcalde, no tanto por la protesta sino por el dramatismo de las amenazas, que decidió, luego de un año de tener el pueblo lleno de putas, tomar cartas en el asunto. Su determinación era autentica y nadie lo iba a detener.

En efecto, convocó de inmediato a un consejo de gobierno para discutir a fondo el tema que ponía en peligro la estabilidad y tranquilidad del pueblo. La técnica utilizada en el estudio y la moral del procedimiento fueron la esencia de las soluciones que se plantearon en el debate interno del equipo de gobierno. Luego de días de estudio de la alarmante situación, el alcalde, como conclusión de su profundo análisis, dijo con todo el peso de su poder a todos los habitantes del territorio: “Como su mandatario acabaré con este problema de la proliferación de putas en el pueblo de una vez por todas y de raíz, así que a partir de mañana, por orden mía se quitarán las bancas del parque”.

Carajo!!! pienso yo, esto si es un alcalde con soluciones: – muerta la perra, se acaba la rabia-. Si, o no?

YOD

Yebrail Haddad Linero

Yebrail Haddad Linero

Nativo de Ocaña. Es Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado como profesor universitario, asesor del Consejo Nacional Electoral, Director de Procesos Judiciales y Administrativos de la Gobernación de Cundinamarca, Personero y Alcalde de Ocaña, Director del Sistema Nacional de Bienestar Familiar y Asesor de Gobernabilidad para la Paz del Programa de Naciones Unidas.

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