A usted que no le gusta la guerra!

A usted que no le gusta la Guerra, lo invito a leer el siguiente pasaje del libro Tríptico de la infamia, de Pablo Montoya; ganador del Premio Rómulo Gallegos 2015.

«Aunque lo peor, dijo Le Moyne, sobrevino cuando los hombres de Utina se supieron victoriosos. Caroline frunció el ceño sin comprender, y el pintor siguió el recuento de la aventura. Primero invadieron el caserío de Potavu y mataron a los hombres que se habían escondido allí. A las mujeres y a los niños los tomaron como prisioneros. Y en medio del llanto y las risas, empezó el descuartizamiento. Me acerqué para observar lo que hacían los hombres de Utina con sus enemigos. Los que aún vivían eran rematados con los mazos. Luego afeitaban los cuerpos. Eran meticulosos cuando les quitaban la cabellera con unas cañas tan afiladas como nuestras mejores dagas. Los cadáveres, rapados, asumían aires de grandeza. Y no te estoy hablando de honorabilidad, Caroline, sino que, tirados en el suelo, se veían enormes. Los cráneos   a veces destilaban hilos de sangre. Cuando esto sucedía , el resto del grupo reprobaba la torpeza de quien rasuraba. Hacían unas pausas hilarantes para expresar su descontento . Las cabelleras cortadas, en forma de trenza gruesa, las ponían a un lado. Entre tanto, había otros que se dedicaban a mutilar los cuerpos. Seccionaban las piernas a punta de garrotazos a la altura de los muslos o de las ingles. Los brazos eran cercenados desde los hombros. Para entonces no podía haber entre ellos más reserva hacia la sangre, porque esta se desbordaba escandalosamente por el verde de la yerba. Algunos se untaban con ella en varias partes del cuerpo y vociferaban con entusiasmo. Después cavaban unos hoyos y hacían fogatas en las que ahumaban las cabelleras, endurecían las membranas de las partes tajadas y secaban los huesos triturados por los golpes. Con cabelleras, piernas y brazos guindados de sus lanzas, los vencedores emprendían el regreso embriagados de orgullo. Pero lo que más me sigue asombrando, dijo el pintor, es lo último que hicieron antes de abandonar el sitio de combate. Rodeados por una tropa protectora, uno de ellos tomaba una flecha y se la metía por el culo al adversario. Emergía del muerto un pedo que hacia exclamar de satisfacción al grupo. El trozo de cuerpo se vaciaba de sus inmundicias y era arrojado en cualquier dirección. En este momento Caroline, asqueada, se negó a ver los dibujos que Le Moyne quería pasarle. Hay unos más amables, explicó este, que muestran los cuidados de los heridos. Pero era inútil insistir porque Caroline, ocupada en preparar unos bizcochuelos para Laudonnière, comentaba que si por las tierras de allá llovía, en las de acá no cesaba de tronar».

Estimado amigo, cualquier parecido con lo acontecido en los últimos 60 años en nuestro país, es para llenarnos de angustia si no logramos la convivencia entre colombianos. Observo a muchos de manera fácil apostándole a la guerra y más cuando no se tienen hijos dentro de ella; desde las redes sociales, muchas damas encopetadas y sin preparación política; denigrando de su presidente y pidiendo a gritos que vuelva Uribe, con sus falsos positivos.

¡Si no leemos la historia, estamos condenados a repetirla!

Esta guerra sirve para aquellos que están en el poder manejando una corrupción galopante y distrayendo al pueblo con un conflicto que no lo entiende nadie; cuando en verdad no sabemos por quién nos matamos y a quién estamos defendiendo. Si hay instituciones podridas como decía Álvaro Gómez Hurtado : el establecimiento hay que hacerle una reingeniería a fondo y llegar a un acuerdo sobre lo fundamental.

PAREMOS ya la guerra, y que este gasto se invierta en más educación y salud, que entre muchos colombianos escasean.

Hephel

Yebrail Haddad Linero

Yebrail Haddad Linero

Nativo de Ocaña. Es Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado como profesor universitario, asesor del Consejo Nacional Electoral, Director de Procesos Judiciales y Administrativos de la Gobernación de Cundinamarca, Personero y Alcalde de Ocaña, Director del Sistema Nacional de Bienestar Familiar y Asesor de Gobernabilidad para la Paz del Programa de Naciones Unidas.

Leave a Response