El Yagé Y El Derecho A Volverse Loco

No sé ustedes amigos lectores, pero si hay algo que siempre me ha llamado la atención de sobremanera, es todo el tema de la toma del brebaje denominado Yagé y todo el ritual que trae consigo. Las historias de personas que han realizado este ritual como manda la tradición indígena buscando una limpieza del cuerpo y del espíritu son sencillamente espeluznantes. Debo advertir algo, en este tema del yagé nadie tiene la última palabra, porque simplemente las reacciones que genera en el individuo son individuales y no colectivas. Todas las reacciones son únicas y propias pues parte del supuesto de que cada quien tiene su característica corporal y mental propia, o su grado de toxicidad en el cuerpo, o su grado de fe o de desconfianza o el grado de enfermedad de su espíritu. El yagé lo sabe y como tal actúa en las personas con su propio conocimiento o su propio ritmo

Debo confesar que nunca he practicado el ritual del yagé, quizás algún día lo haga, pero me ha intrigado de alguna manera la gente que se ha sometido a este misterioso brebaje de procedencia indígena. Hace algunos días pude conocer y departir unas cervezas con dos personas que se sometieron al ritual completo del Yagé. Uno de ellos, un profesional de la medicina y conocedor como pocos de esta práctica ancestral, el otro, una antropóloga curtida conocedora de este mundo y del otro. Ya entrados en la conversación y luego de la quinta cerveza quise conocer detalles de la experiencia del médico en el consumo del yagé y el ritual al que se sometió, por lo que le hice una pregunta muy sencilla, ¿qué lo había motivado a hacer esto y qué siente hoy? Solo pretendía una respuesta igual de sencilla pero me sorprendió con su asombroso relato:

-Yo no es que tenga mayores problemas en la vida, pero por fin-, dijo el médico profesional y estudioso de la medicina tradicional indígena- después de haber vivido unos diez años enteros sometidos a la fastidiosa rutina de las labores cotidianas, de la vida de lo mismo, de las mismas y malas energías que se acumulan y cansado de todo lo que te rodea, llega el momento en que uno, por simple consecuencia de las cosas y hasta por una misma necesidad de la condición humana, en que uno tiene que volverse loco- Guardó silencio por un momento y continuó diciendo – así es, bien loco, el problema de esta vaina es que volverse loco y olvidarse de este mundo estando vivo, no es un derecho y nadie te lo va a garantizar sino uno mismo. En este mundo te garantizan el derecho a nacer, el derecho a ser ciudadano del país donde naciste, el derecho a estudiar lo que quieras, el derecho a ser rico y hasta te garantizan el derecho a morir, todos los derechos humanos están garantizados, Mierda¡¡¡ – dijo alzando el tono de voz- menos el derecho inalienable de volverse loco.

Y es que quizás estando loco, en la inconciencia de la locura pueda tomar conciencia de la importancia de la vida sensata y más aun estando cuerdo en la irrealidad de la vida misma. Esto es demasiado metafísico – dijo- pero la verdad es que ya no quería vivir más en la conciencia sino en la felicidad de la inconciencia y sentía el llamado de la locura muy adentro de mí. Por eso tome la decisión de volverme loco. Claro¡¡¡ – enfatizó – no para siempre, sino sentir una aletada de la locura nada más, pero que fuera suficiente para apreciar más adelante que es lo que significa estar cuerdo. Porque si no lo hacía iba a seguir pensando que la cordura es un estado normal, habitual, completamente ordinario de la existencia, bajo cuya dominación lo único que se nos permite es vivir lo vulgar y cotidiano del día a día de la existencia, con sus mismas cosas y sus mismas trivialidades.

Ya no quería estar más cuerdo y vivir en la sensatez sino volverme loco así fuera por un momento nada más y dar rienda suelta a mi locura-. Agachó la cabeza por un instante y dijo luego de un profundo suspiro – por eso tome la decisión de someterse al ritual del Yagé en la región del putumayo para sentir el placer del enloquecimiento-. Tomó un largo sorbo de cerveza y continuo diciendo con voz de resignación – Mala decisión de un hombre que como yo pensaba vivía en la sensatez. Hoy, mejor que nunca comprendo que la sola decisión de practicar el ritual del Yagé es una muestra de que en ese momento estaba loco y no cuerdo como siempre creí. Así fue, llegué a la región del Putumayo orientado por unos amigos a vivir mi experiencia de la locura…

Este relato continuará la próxima semana…

YOD

Yebrail Haddad Linero

Yebrail Haddad Linero

Nativo de Ocaña. Es Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado como profesor universitario, asesor del Consejo Nacional Electoral, Director de Procesos Judiciales y Administrativos de la Gobernación de Cundinamarca, Personero y Alcalde de Ocaña, Director del Sistema Nacional de Bienestar Familiar y Asesor de Gobernabilidad para la Paz del Programa de Naciones Unidas.

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