País de vivos y bobos

Espero que usted no sea un bobo pero que le haga llegar esto a uno.

Hace pocos días escuché a una señora que le decía a otra: “estas dañando el negocio de las muchachas” quejándose porque la otra le paga 35 mil pesos a la empleada doméstica y ella paga 30 mil, y al parecer, por esta razón, ya ninguna le quería ayudar con las labores del hogar. Entonces pensé: “¡No son bobas!” (las muchachas). Y es que los colombianos somos muy vivos para unas cosas pero para otras nos creemos vivos y somos bastante bobos.

En este país se aplaude la trampa, si al niño le pegan y éste responde con otro golpe, el papá celebra; el chacho del grupo es el que se cuela en Transmilenio, incluso arriesgando su vida; si el mesero le da vueltas de más, se va con una sonrisa en la cara pensando que el mesero es un güevón; y así, muchos ejemplos de la vida cotidiana de un colombiano regular.

En la Colombia periférica, según varios estudios, (para mí, en todo el país), los políticos en lugar de presentar programas y ganar el apoyo del electorado con el desarrollo de políticas públicas para el beneficio de la comunidad, logran ser elegidos a través de la entrega de prebendas que frente al valor que tiene la participación ciudadana y la misma democracia, son irrisorias; me imagino yo a quienes a lo largo de la historia se han apersonado de la lucha por la democracia, la abolición de la esclavitud, los derechos humanos y la igualdad, dándose contra las paredes del cielo de los próceres, al ver que toda esa lucha ahora valga, en el mejor de los casos, 50 mil tristes pesos.

Eso vale en nuestro país, sacrificar la educación y el futuro de las próximas generaciones, 50 mil pesos vale desentendernos de la inseguridad, de lo que pase con el caudal de nuestros ríos y el verde de nuestras selvas; eso vale el silencio ante las malas inversiones del erario, la calle sin pavimentar, el puente sin terminar y los malos manejos de las basuras en nuestros municipios; esta generación que vende el voto representa el retroceso en varios cientos de años de evolución del concepto de ciudadanía.

En nuestro país, pueden votar casi 33 millones de personas, y se presenta más del 50% de abstención electoral o sea que en realidad votan unos 13 millones de colombianos, pero a eso le debemos sumar que de los que votan, casi el 40% venden el voto, o sea que en términos prácticos, 13 millones de ciudadanos deciden el rumbo de un país que le pertenece a 48 millones de personas, pero más o menos 8 millones de colombianos son los que lo hacen a consciencia.

Ojalá entonces llegara el momento en que todos los colombianos fuéramos tan vivos como “las muchachas” y le diéramos a nuestra participación el valor que merece, con esto, ningún fajo de billetes alcanzaría para que un corrupto pensara en volverse político, o un político en corromperse, porque aunque muchos dicen que no hay políticos honestos, yo digo que como las brujas, de que los hay, los hay. Con esto, el día que tengan un reclamo para el alcalde, el congresista o el mismísimo presidente, su voto le dará legitimidad a su voz.

Y para estos días en los que se vuelven a poner de moda las elecciones, qué mejor ejemplo que el de “las muchachas” para decirle a esos vivos que se deja comprar el voto: ¡NO SEAN BOBOS!

Jorge Luis Solano Quintana

@solanojorge

Coke-luis@hotmail.com

Yebrail Haddad Linero

Yebrail Haddad Linero

Nativo de Ocaña. Es Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado como profesor universitario, asesor del Consejo Nacional Electoral, Director de Procesos Judiciales y Administrativos de la Gobernación de Cundinamarca, Personero y Alcalde de Ocaña, Director del Sistema Nacional de Bienestar Familiar y Asesor de Gobernabilidad para la Paz del Programa de Naciones Unidas.

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